Arte y política. No lo olvide compañero
Museo La Tertulia. Cali 71, Ciudad de América. Entre proyecto y realidad. II de V.
Museo La Tertulia. Cali 71, Ciudad de América. Entre proyecto y realidad. II de V.
Extracto del texto curatorial de la exposición Cali 71, Ciudad de América Entre proyecto y realidad curada por Alejandro Martín y Katia González.
Cali era un centro de agitación sindical, los conflictos obrero-patronales desencadenaron desde los cincuenta huelgas y paros que se hicieron sentir en el espacio público tal como sucedió con las protestas de los años sesenta y del movimiento del 71. En la Universidad se vivía con intensidad la polarización política de la época, los movimientos estudiantiles nacían de la inconformidad frente a las formas de autoritarismo establecido. En Berkeley, Córdoba, Nanterre, Ciudad de México, Bogotá, Cali, entre otras ciudades, emergían movilizaciones que terminaban en revueltas reprimidas por la Fuerza Pública. El poder estaba en las calles. Las suspicacias de los jóvenes recaían en: los cuerpos de paz que hacia 1968 se estaban formando en las aulas universitarias; los representantes de las fundaciones norteamericanas Ford, Rockefeller y Kellog interesados en alianzas para la especialización de docentes y apoyo a las áreas de su interés: Medicina, Economía, Ingeniería y Educación; la creación de la FES como estrategia para la operatividad financiera institucional; el contrato con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que respaldaba la construcción de la ciudad universitaria.
Todos estos hechos tuvieron un inmenso poder explosivo que, junto a otros problemas internos, estalló el 26 de febrero cuando mataron a Jalisco. Un día antes, había ocurrido una toma pacífica «sin bolillo» en la Plaza de Caicedo, donde se presentó el grupo del Teatro Experimental de Cali (TEC), hubo recitales, canciones y una exposición móvil con recortes que denunciaban la gestión del rector Alfonso Ocampo Londoño. Los estudiantes habían tomado la rectoría; pero a primeras horas del día 26, la Fuerza Pública había ocupado la universidad. El asesinato de Edgar Mejía, más conocido como Jalisco, desató una revuelta en los barrios populares que, según los medios impresos, terminó con un saldo de 47 heridos y 8 muertos, entre los que se hallaban estudiantes de otras instituciones: Emperatriz Agredo, Luis Ángel Albán, Libardo Cuéllar, Ignacio Cortés y José Antonio Escobar; nombres que el artista Antonio Caro dejó inscritos en su obra Aquínocabeelarte (1972). Seis días después, en Popayán, los estudiantes salieron a las calles a protestar por los disturbios ocurridos en Cali y en medio de un enfrentamiento con militares cayó asesinado el dirigente escolar Carlos Augusto “Tuto” González. La imagen de Tuto González y su poema Miren, que había escrito el día anterior a su muerte, se incluyó en el afiche homenaje realizado por Hernando Guerrero y Pakiko Ordóñez a nombre de Ciudad Solar, pieza que participó en la I Bienal Americana de Artes Gráficas. En este mismo evento, los artistas Diego Arango, Nirma Zárate, Carlos Granada, Umberto Giangrandi y Clemencia Lucena también participaron con una obra gráfica que cuestionaba los caldeados acontecimientos de los primeros meses del 71.



La obra gráfica de la época tenía un claro carácter político, y fuera de los futuros miembros del Taller 4 Rojo, se destacaba particularmente la obra que desde Cali realizaba Pedro Alcántara Herrán, figura clave para entender el auge del grabado en el contexto nacional y su circulación en eventos internacionales de países del bloque socialista. Su dibujo preciso y potente propone una manera singular de presentar los cuerpos, que en las deformaciones a las que son sometidos, dan cuenta de la forma como es en esos cuerpos donde se experimentan las represiones y tensiones a las que el sistema somete a los hombres. Al entender la gráfica, y en particular el grabado, como medio de difusión de las ideas políticas a través de la plástica, Alcántara Herrán marca el campo del arte no sólo con su producción plástica sino desde el impulso de proyectos que buscan llevar el arte al un público mucho más amplio, como sucede con las Bienales de Artes Gráficas, con la elaboración de portafolios y la creación de talleres como Prográfica.

Pero no es sólo a través de los medios impresos que se piensa la difusión de la crítica política, el cine aparece como un nuevo medio para la denuncia de la mano de la exploración de los nuevos lenguajes plásticos. Al igual que Oiga Vea de Ospina y Mayolo, la película Planas, de Marta Rodríguez y Jorge Silva, es un ejemplo del uso del medio documental para investigar y sacar a la luz los crímenes de estado que tienen lugar con los indígenas en los Llanos Orientales colombianos. La película resulta ejemplar tanto por la valentía de la denuncia, como por el uso del medio cinematográfico desarrollando una forma particularmente potente del ensayo fílmico para aproximarse a unas culturas que en Colombia muy poco han sido puestas en escena de una manera realmente confrontadora.
El cine constituye una nueva red donde América Latina se expresa de manera original; desde Argentina, La hora de los hornos, de Solanas y Getino, marcó la pauta de un cine-ensayo comprometido, y desde Brasil, Glauber Rocha, define una estética del hambre, un cine revolucionario, que surge de las entrañas de la violencia colonial latinoamericana.
En el arte, se destaca desde la mirada actual, lo que ha venido a llamarse Conceptualismo Latinoamericano, y que reúne las distintas prácticas que desde la plástica se rebelaron a los formatos establecidos, privilegiando lo efímero y cargados, a diferencia del arte conceptual norteamericano, principalmente lingüístico y autorreferencial, de una fuerte carga de crítica social y acción política. Aquínocabeelarte de Antonio Caro es un ejemplo paradigmático de los modos de actuar de este artista que comienza a realizar este tipo de obras si necesidad de copiar sus pares internacionales, sino más bien siguiendo un espíritu de la época que exige quebrar los paradigmas modernistas y buscar otras maneras de comunicar. Caro fue llamado «guerrillero visual» por Luis Camnitzer, el artista uruguayo, quien desde su trabajo tanto plástico como teórico ha sido clave para definir este modo de hacer arte en América Latina, y que ha sido una influencia importante en la ciudad de Cali participando en las Bienales de Artes Gráficas y posteriormente con seminarios y talleres.
Esta exposición tuvo apertura el 09 de noviembre de 2016 hasta el 23 de junio de 2019 en el tercer piso de la Colección.
Fotografías de archivo: Mario Roldán.
Fotografías de sala: Juan David Velásquez