La Bienal Americana de Artes Gráficas. Dibujo y grabado será el arte de las masas
Museo La Tertulia. Cali 71, Ciudad de América. Entre proyecto y realidad. III de V.
Museo La Tertulia. Cali 71, Ciudad de América. Entre proyecto y realidad. III de V.
Extracto del texto curatorial de la exposición Cali 71, Ciudad de América Entre proyecto y realidad curada por Alejandro Martín y Katia González.
La Bienal Americana de Artes Gráficas de 1971 constituyó el primer gran evento realizado por La Tertulia, y con su éxito de participación con artistas de todo el continente, y el enorme número de visitantes que sumaba más de varios cientos cada día, posicionó la institución como una de las más importantes a nivel continental. Bajo el liderazgo de Gloria Delgado y Pedro Alcántara Herrán, la Bienal se destacó por dar espacio a la variedad de formas de la gráfica contemporánea, desde el diseño, el dibujo, el grabado y las distintas prácticas conceptualistas. Como parte de la actividad cultural asociada a los VI Juegos Panamericanos, La Tertulia realizó poco antes la Exposición Panamericana de Artes Gráficas (1970), que al año siguiente, se transformó en la Bienal Americana de Artes Gráficas, con el apoyo de Cartón de Colombia, que continuaría, durante los años setenta, con tres ediciones más (1971, 1973 y 1976), y en los ochenta otras dos (1981 y 1986) ya por cuenta del Museo.
Tanto sus premios de adquisición como las donaciones de los artistas consiguieron conformar una colección de dibujo, grabado y diseño gráfico, hoy importante patrimonio para el Museo La Tertulia que desde sus inicios comenzó a orientar su vocación por los caminos de la gráfica. La gestión de Delgado logró crear una red de conexiones en la que podía estar el Instituto de Arte Latinoamericano de Santiago de Chile, el MoMA en Nueva York, y en especial, Lorenzo Homar, que visitó varias veces Cali, realizando carpetas de serigrafía, potenciando la creación de talleres de gráfica, y haciendo un puente importante con la Bienal de Puerto Rico.

La naturaleza múltiple del grabado desmitificaba la unicidad irreproducible de la obra de arte y el medio gráfico era un lenguaje excepcional para transmitir el vigor de los cuestionamientos sociales, las denuncias y las luchas políticas de la época. Dentro de la colección, junto al trabajo de Pedro Alcántara, ganador de uno de los premios en grabado, podemos sumar el de José Balmes, de Chile, quien ganaría el premio en dibujo. Liliana Porter, de Argentina, ganó el premio de diseño con su Afiche por el movimiento para la paz en EEUU. Hace parte de la colección un par de obras muy singulares de Julio Le Parc, que da cuenta de su interés por la interacción del público, pero de una manera muy diferente a sus posteriores investigaciones ópticas; en este caso se trata de afiches que invitan al espectador a lanzar dardos en una diana donde deben escoger entre darle a un militar o a un político, a un intelectual o a un ciudadano pasivo. Hicieron parte de la Bienal, pero no pasaron a integrar la colección obras de importantes artistas políticos como: Carlos Granada, Clemencia Lucena, Nirma Zárate y Diego Arango de Colombia, Luis Jaso, de México, y Barbara Jones, que en el catálogo se menciona como afro-americana. El trabajo meticuloso del grabado fue reconocido con el premio a Juan Antonio Roda, quien compartía espacio en la exposición con otro gran grabador que acompañaría de cerca la historia del Museo: Peter Milton de EEUU. Por otro lado, para los artistas conceptualistas, los mínimos recursos de expresión se convierten en máximas de contenido: la palabra es imagen y su baluarte político está en la poesía.
En la Bienal, junto a Luis Camnitzer de Uruguay, Mel Bochner (EEUU), Christo (Bulgaria), Juan Downey (Chile), Ruben Gershman (Brasil), César Paternostro (Argentina), exhibieron los colombianos Gustavo Sorzano, Bernardo Salcedo, Gaston Betelli, Antonio Caro y Jorge Posada Morris. Estos dos últimos propusieron varios gestos, repartieron cada uno una de sus piezas reproducida en fotocopias, y juntos se dedicaron a «dar para ganar», es decir, a hacer dibujos rápidos a lápiz para cada uno de los visitantes, buscando con ello ganar el premio de la Bienal. En varios de los participantes, es interesante destacar la línea continua que une a los publicistas con los artistas conceptuales.
La línea del diseño amplió el espectro de los trabajos, incluyendo a artífices claves de las nuevas maneras de entender la identidad, en la Bienal participaron reconocidos diseñadores colombianos como David Consuegra, Carlos Duque y Dicken Castro. El primero, Consuegra, fundamental para crear una escuela de diseño, y pionero en el recurso a patrones precolombinos en su creación de símbolos. Duque, de una obra muy consistente en su trabajo en Cali, donde se destaca, también de inspiración precolombina, el diseño del logo-símbolo de los Juegos Panamericanos. Y el tercero, experto también en los juegos de postivo-negativo, y que legaría al Museo el logo que aún conserva. Exponían junto a maestros internacionales como Herbert Bayer (EEUU), Rafael de Castro Rodríguez, Milton Glaser (EEUU) y Aloisio Magalhaes (Brasil). Jaime Mendoza, de Cali, ganaría el premio con su libro-objeto, enfrentándose a otros íconos del diseño nacional como Marta Granados y Antonio Gras.



En los años setenta se habla de una generación urbana de artistas en las diferentes ciudades del país, como Miguel Ángel Rojas, Óscar Jaramillo, Phanor León, Darío Morales, Santiago Cárdenas, que mediante el dibujo, el alto contraste, retratan los detalles cotidianos y los rastros de la ciudad de la vida nocturna. En Cali, en los dibujos y fotografías de Ever Astudillo, Fernell Franco y Oscar Muñoz quedaron plasmados los rastros de su inmersión en Cali y su particular forma de representar el detalle, la sombra difuminada, el encuadre o el plano compositivo; más que vislumbrar un referente fotográfico, el cine subyace allí como aparición espectral. En el papel emergieron la esquina, la cuadra, la calle, el inquilinato, los teatros y toda esa vida y textura del barrio noctámbulo o de la vida en habitaciones. Otra visión de la ciudad a contratiempo del acelerador del proyecto modernizador.
Esta exposición tuvo apertura el 09 de noviembre de 2016 hasta el 23 de junio de 2019 en el tercer piso de la Colección.